Autor: Campos Macías Pablo
La práctica de la medicina no escapa de los patrones de comportamiento de la sociedad en las diferentes etapas de su historia. Actualmente transitamos por la época posmoderna, en la que los medios masivos de comunicación y la industria del consumo se han convertido en el centro de poder. Y el ejercicio de la medicina tampoco es ajena a estas tendencias, modificando en forma significativa lo que durante muchos siglos fue la esencia de su ejercicio. Pamela Hartzband y Jerome Groopman, en su artículo titulado “El nuevo lenguaje de la medicina”, refieren cómo los economistas y políticos, ante el comportamiento del sistema financiero y sus crisis, han planteado la modificación de los sistemas de salud vigentes, de tal forma que el cuidado de la salud se ha “industrializado” y que los hospitales y clínicas funcionen con los mismos patrones de las fábricas modernas. Con este tipo de actividad, el concepto del papel del médico desaparece, con todo lo que ha significado a lo largo de la historia, para solo aparecer ante la sociedad del siglo XXI como un proveedor, y el concepto de paciente es sustituido por el de consumidor. Dichos conceptos, muy reduccionistas y carentes por completo de sinonimia con los previos, han permeado profundamente en nuestra sociedad, al ser asimilados en el ambiente médico, en las revistas médicas y los congresos científicos, así como en la sociedad en general. Señalan cómo el uso de esos términos explican claramente nuestro papel en el sistema de salud actual, pero en realidad, en el fondo, traducen el deterioro al que hemos llevado la práctica de la medicina, de ser un servicio primordialmente humanista a una mera transacción comercial.
2012-09-03 | 1,308 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 10 Núm.3. Julio-Septiembre 2012 Pags. 166-167 Dermatología CMQ 2012; 10(3)