El concepto de cicatrización ha sido identificado como el proceso de reparación tisular, y la respuesta que obtenemos del tejido, como reacción al daño local. Este proceso biológico complejo envuelve a la quimiotaxis, la reproducción celular, la producción de la matriz extracelular y la neovascularización. El actual concepto del papel de las citoquinas ha desempeñado un importante rol a la hora de definir los motivos por los cuales resulta tan difícil la definición y conceptualización del porqué se dificulta lograr la cicatrización total en un paciente diabético que tiene una lesión en uno o en ambos pies. Durante muchos años, las respuestas han sido buscadas por los investigadores, los cuales han tenido pequeños éxitos en sus resultados, pero más ha florecido el fracaso que el logro de la tesis acertada o lo más cercana posible, a la solución de un problema de salud que ha trascendido las fronteras de diversos sistemas de salud en el mundo de hoy. El pie diabético está considerado un importante problema de salud. Si revisamos la literatura del siglo pasado, encontraremos infinidad de publicaciones científicas, donde han sido expuestas diversas líneas terapéuticas luego de haber sido ensayadas, pero sin obtener el éxito ansiado. En Cuba, donde la medicina y la ciencia han formado un lazo muy estrecho, tratando de dar soluciones tanto a problemas de salud nacionales como a otros muchos suscitados sobre todo en los países del tercer mundo, la búsqueda de respuestas a terapéuticas acertadas para el tratamiento del pie diabético, ha dado como resultado un elevado número de publicaciones científicas que han servido de base a los aportes científicos más recientes. En los albores del siglo XXI comenzaron a aparecer con más frecuencia investigaciones que hablaban de la puesta en práctica de diferentes factores de crecimiento para el tratamiento de diversas enfermedades, dentro de ellas, el pie diabético.
2010-01-13 | 1,146 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 10 Núm.1. Enero-Diciembre 2009 Pags. Rev Cubana Angiol y Cir Vasc 2009; 10(1)