Autor: Martínez Villar Carlos
Actualmente, es muy común que la persona con cefalea recurrente o con dolor facial intenso se autodiagnostique (incluso que investigue en Internet) y acuda a diversos especialistas (oftalmólogo, odontólogo, cardiólogo, psiquiatra, anestesiólogo); además, se practica algunos exámenes de laboratorio y de imagen; se automedica; solicita nueva graduación de lentes; le extirpan piezas dentarias o hasta llegan a efectuarle una rinoplastia sin que note alguna mejoría del dolor. Con estos antecedentes, visita al médico general, quien profundiza más sobre su situación y logra controlar a la mayor parte de los pacientes cuando su afección es benigna, pero si la respuesta no es satisfactoria o si considera que se trata de un caso grave, lo envía al especialista correspondiente para continuar su estudio y tratamiento. Este peregrinar del paciente se debe a que las causas del dolor de cabeza son extremadamente variables, van desde una frustración laboral o conyugal, hasta una cisticercosis cerebral, pasando por infecciones urinarias, salmonelosis, migrañas, arteritis, hipertensión arterial, entre muchas otras más. Para complicar más esta situación, en las cefaleas predominan las manifestaciones subjetivas sobre las objetivas, y aún más, los estudios paraclínicos sólo en forma excepcional confirman una sospecha diagnóstica, ya que en la mayoría de los casos los resultados son normales; o si se encuentra alguna alteración, puede tratarse de una variante normal o de un hallazgo no relacionado con la cefalea, lo que aumenta la confusión y angustia del individuo o, incluso, del propio médico tratante. De ahí la gran importancia de llevar a cabo una valoración clínica muy detallada antes de solicitar exámenes complementarios que se justifiquen en cada caso en particular.
2010-01-11 | 3,308 visitas | 6 valoraciones
Vol. 6 Núm.6. Noviembre 2009 Pags. 14-20 Dol Clin Ter 2009; 6(VI)