Autor: Ortiz Ibarra Federico Javier
Los micoplasmas genitales son procariotes de 125 a 300 nm, poseedores de un pequeño genoma de 517 genes, y carecen de pared celular, lo que los hace sensibles a los agentes lipolíticos. Su metabolismo es de tipo fermentativo y son nutricionalmente muy exigentes, pues algunos requieren de la presencia de colesterol o urea para su desarrollo (propiedades muy inusuales en otros procariotes); esta complejidad nutricional ha sido uno de los elementos que dificulta su aislamiento en medios convencionales de cultivo, por lo que se les denomina agentes fastidiosos. De las 16 especies aisladas, en el ser humano actualmente se consideran Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum y Mycoplasma genitalium los principales involucrados en infecciones perinatales y ginecológicas. Dentro del rubro de las infecciones transmitidas sexualmente, las especies M. penetrans y M. fermentans tienen una mayor participación en pacientes que viven con el virus de la inmunodeficiencia humana. Los micoplasmas se aislaron y describieron por primera vez en 1895 por Nocard y Roux, quienes identificaron el Mycoplasma mycoide en casos de pleuroneumonía bovina. En ese mismo siglo se identificó en carneros y cabras la segunda especie de micoplasmas, a la que se denominó Pleuropneumoniae liorganism, lo que dio origen al nombre PPLO. El primer micoplasma aislado de humanos (Mycoplasma hominis) se recuperó en 1937 en un paciente de sexo masculino con uretritis, y en 1938, en una mujer con absceso de la glándula de Bartholin. En 1944, Eaton lo identificó en un caso con neumonía de comportamiento atípico, por lo que se planteó la posibilidad de que se tratara de un virus. Sin embargo, Marmion y Goodburn sugirieron que se trataba del mismo PPLO de origen animal, concepto que permaneció por muchos años para la identificación de pleuroneumonias por microorganismos atípicos. Su impacto en la salud reproductiva cobró mayor relevancia en el siglo pasado, en especial a finales de la década de 1980, por la implicación de Mycoplasma hominis y sobre todo de Ureaplasma urealyticum en cuadros de repercusión perinatal y enfermedad ginecológica, además de ser aún los principales agentes transmitidos por vía sexual. Desde el punto de vista perinatal, su asociación es cada vez más consistente a casos de ruptura prematura de membranas corioamnioíticas, cuadros de corioamnioitis, presencia de parto pretérmino e infección fetal y neonatal, donde se incluyen neumonía y meningitis. Su papel protagónico en los casos de infección ginecológica se ha documentado en la enfermedad pélvica inflamatoria, en trastornos de la fertilidad y en la presentación clínica de vaginosis bacteriana.
2009-12-11 | 2,236 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 29 Núm.2. Abril-Junio 2009 Pags. 53 Enf Inf Microbiol 2009; 29(2)