Autor: Barbosa Serrano Germán
Desde Dresde —la ciudad en el valle de los ineptos, rodeada por montañas en cuyos picos existieron las antenas de televisión desde donde se difundía la propaganda socialista (sistema de televisión copiado por el general Gustavo Rojas), la ciudad que fue en el Barroco y el Rococó la “ciudad luz” de Europa, protestante por el rey Augusto y católica por Augusto II rey de Sajonia y Polonia, la tierra de Böttcher y Andreas Schubert, asediada por los turcos, rusos, polacos, prusianos, influida por el arte de Italia y en la prosperidad envuelta en una sangrienta revolución en 1848, la capital de Sajonia desde 1918, destruida por los bombardeos en las nefastas noches de febrero, heridas que fueron difíciles de cicatrizar bajo el régimen comunista, y en la actualidad en plan de reconstrucción de sus edificaciones históricas: el palacio Taschenberg, el mural Fürstenzug, la iglesia Frauenkirche, Waldschlösschen, el palacio Albrechtsberg, para volver a ser la ciudad de los jardines, los puentes de maravilloso azul y disfrutar el paisaje urbano desde la terraza de Brühl— la doctora Eva Klausz viajó a Leipzig y se graduó de médica en la Universidad de Leipzig —la misma universidad de Federico I, creada en la teología tomística, cuyas primeras alumnas fueros las estadounidenses Alice y Edith Hamilton, la universidad de Ernst Bloch, Werner Heisenberg, Gustav Ludwig Hertz, Wilhelm Ostwald, entre muchos más, y la de Angela Merkel, en la ciudad donde vivieron y escribieron, Bach, Mendelssohn, Kastner, Nietzsche, Schiller, la tierra natal de Richard Wagner, con el teatro de la ópera, el teatro del drama—. Se tituló como doctora en medicina en 1968 con la tesis “La amebiasis y sus complicaciones”, cosa de no extrañar, pues la historia de Europa es la historia de las enfermedades de la pobreza que sólo en la Europa moderna se empiezan a entender.
2007-10-29 | 833 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 10 Núm.2. Abril-Junio 2006 Pags. 146-147 Rev Col Cancerol 2006; 10(2)