Autor: Coto Celia E
La vacuna antipoliomielítica salvó muchas vidas pero dejó entre nosotros el virus SV40, agente de tumores en roedores, que de otra forma difícilmente hubiéramos conocido. Luces y sombras En abril de 2005 se cumplió el quincuagésimo aniversario del licenciamiento de la primera vacuna contra el virus polio creada por Jonas Salk en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. La vacuna antipoliomielítica inactivada (VPI), conocida también con el nombre de vacuna Salk, consiste en una supensión incolora estéril que contiene los tres serotipos del virus polio (I, II y III) inactivados con folmaldehído. La vacuna se preparó originariamente en cultivos primarios de riñón de mono Rhesus. Los ensayos clínicos comenzaron en 1954, en plena epidemia de poliomielitis, y los resultados entre los grupos de voluntarios fueron tan efectivos, que el gobierno autorizó, en tiempo récord, su aplicación masiva. Para tranquilidad de los lectores de este artículo, aclaremos que en 1987 se obtuvo una versión más potente de esta vacuna, más antigénica, y preparada en cultivos de células humanas. Se sabe que la forma potenciada de la vacuna induce altos títulos de anticuerpos después de dos dosis y “seroconvierte” al 94-100% de los vacunados, mientras que la aplicación de tres dosis “seroprotege” casi al 100%. La inmunización impide que el virus pueda arribar, en caso de infección, al sistema nervioso central y produzca parálisis. La inmunidad persiste por muchos años y, aunque no hay una protección del tracto intestinal, no induce IgA. De hecho, países como Suecia, Finlandia, Holanda, Noruega, Islandia y Canadá están libres del virus polio sólo por la vacunación con VPI. En 1958, Albert Sabin desarrolló una vacuna atenuada contra el virus polio, conocida como vacuna oral (VOP). Esta vacuna se obtuvo atenuando las cepas salvajes del virus por medio de pasajes sucesivos de cada uno de los serotipos en células epiteliales de riñón de mono. La forma oral comúnmente usada de esta vacuna es trivalente, lo que significa que contiene los tres serotipos virales. A diferencia de la IPV y, puesto que son virus atenuados, multiplican en el intestino e inducen inmunidad en forma similar a la infección natural, la diferencia radica en que la atenuación consiste en que los virus que contiene no son neurovirulentos, lo que se demuestra por inyección intraespinal en primates. La vacuna tiene la ventaja de su administración oral y no subcutánea, como la IPV. Asimismo, produce protección del epitelio gastrointestinal e inmunidad de por vida. Por esa razón, y por resultar más económica, muchos países la adoptaron en forma inmediata, sobre todo Rusia, país donde la vacunación fue masiva. La persona vacunada excreta virus en las heces por varios días y, aunque hay una probablidad cierta de que el virus eliminado se vuelva virulento después de varias rondas de replicación intestinal, no resulta peligroso para el entorno, siempre y cuando las personas que están en contacto con un niño vacunado estén inmunizadas.
2007-01-16 | 1,775 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 4 Núm.3. Diciembre 2005 Pags. 79-85 Qviva 2005; 4(3)