Autor: Gamarra Durano Alfonso
Cuando el tiempo, juez implacable de los sucesos, transcurre en períodos largos, el médico piensa generalmente en las fases que el acontecer de su vida ha marcado. No necesita contabilizar, pero muchas veces cruza por su mente la imagen de algún ser que estuvo a su cuidado y la evolución de su enfermedad. Recuerda entonces que muchas veces sus esfuerzos fueron vanos, y que esa persona se durmió definitivamente en contra de sus buenos propósitos. Los demás sujetos rememoran también los acontecimientos de esa existencia, pero después entienden que nuestro mundo es sólo una estación de paso. Desde la infancia se puede vaticinar esa última etapa en la vida, por ello nadie pretende enraizar un ser para siempre. Un preámbulo que acaba en su epílogo. Esta es la resignación, de comprender -sin ser sabio- que todo había sido fugaz, y como fue al principio, se aceptará que se llegará a las características de la nada, igual en el final.
2006-12-19 | 1,901 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 71 Núm.127. Abril-Junio 2006 Pags. 89-91 Rev Inst Med Su 2006; LXXI(127)