Autor: Tucci Reali Alvaro
El Principio Cuando el hombre enfermaba, los antiguos decían que estaba poseído por espíritus malignos. La idea se reforzaba cuando el individuo decía cosas incoherentes o actuaba como nunca habla actuado. Sanaba en el momento que por si solo o con la ayuda del brujo lograba expulsar los malos espíritus. Esta creencia subsiste hasta nuestros días y podemos observarla en la mayor parte de nuestras civilizaciones. Para los griegos el dios de la medicina se llamaba Ascelpio y sus sacerdotes eran los médicos. El medico de más prestigio hacia el año 400 a.c. era Hipócrates, quien residía en el templo de Cos, una isla en el mar Egeo. Hipócrates tenía una manera de ver las cosas un poco diferente de sus contemporáneos, pues creía que lo que había que hacer era tratar al paciente y no preocuparse por los espíritus que habían dentro de él. Hipócrates fundó una escuela que sobrevivió siglos, en donde los médicos tenían que utilizar el sentido común para tratar al paciente. Carecían de medicinas, instrumental y de las teorías modernas, pero poseían grandes dotes de observación. Se atenían al sentido común para cortar hemorragias, limpiar y tratar heridas, reducir fracturas y sobretodo prescindían de ritos mágicos. Sostenían que cada enfermedad tiene su causa natural y compete al medico descubrirla, y una vez conocida podía hallarse el remedio. Sus discípulos estaban convencidos de la importancia de la higiene del paciente y del propio medico, eran partidarios del aire puro y fresco, entorno agradable y dieta equilibrada a base de alimentos simples. Los escritos de la escuela hipocrática están reunidos, sin distinción de autor, en «Corpus Hippocraticum».
2006-07-21 | 780 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 4 Núm.1. Enero-Diciembre 1995 Pags. MedULA 1995; 4(1-4)