La medicina de familia constituye una respuesta válida de largo alcance para corregir las desviaciones de la medicina contemporánea, actualmente en crisis como consecuencia de una visión fragmentada del hombre, de un pensamiento mecanicista orientado solo a la enfermedad y no a la salud, conducente a un modelo altamente especializado de énfasis predominantemente tecnológico y un trato muchas veces deshumanizado. La medicina de familia desarrolla un enfoque integrador, centrado en la persona, en interacción con un ambiente físico y social. Se fundamenta en los cambios producidos como consecuencia de los nuevos patrones de morbilidad. En lugar de severas afecciones agudas, el médico se enfrenta hoy a procesos crónicos degenerativos, trastornos de conducta, accidentes y a una clase diferente de enfermedades infecciosas. Igualmente, se están produciendo cambios en la estructura de la población, previniéndose un aumento significativo de la proporción de personas de mayor edad. La situación que enfrenta el médico con combinaciones complejas de factores biológicos y de comportamiento hacen artificial la separación convencional entre enfermedades orgánicas y enfermedades de la conducta. El médico de familia tiene que ser competente tanto en un campo como en el otro, debe ofrecer una atención médica en el contexto bio-psico-social del individuo, en interacción con una familia y a la comunidad que lo rodea, en lugar de una atención individualizada y fragmentada que separa lo preventivo de lo curativo. La visión global que debe tener el médico de familia le permite hacer un énfasis especial en los aspectos preventivos y en la detección precoz de enfermedades, en la promoción y educación para la salud como base fundamental de una medicina integral, instrumento esencial para romper la cadena epidemiológica y producir impacto en la salud de la comunidad. Se señala también entre los factores que dan razón de ser a la medicina de familia, la concentración de la atención médica especializada en hospitales de gran complejidad, con altos y crecientes costos, consecuencia del uso de tecnologías cada vez más complejas, agravado todo ello por la poca accesibilidad y baja cobertura de estos servicios a la población. Todo ese conjunto de factores hace necesaria la implantación en el nivel ambulatorio de un sistema de medicina de familia donde se preste una atención integral y continua, personal y humana, con énfasis preventivo, anticipativa y resolutiva, al alcance de todos manteniendo el hospital como elemento de apoyo especializado cuando así se requiera, permitiendo de ésta forma a los especialistas del segundo y tercer nivel de atención médica, al disminuir el número de pacientes que ve, dedicar más tiempo a cada uno de ellos, profundizar e investigas exhaustivamente el problema de salud del paciente lo que permitirá un mayor grado de satisfacción al paciente y al médico. Este sistema asistencial de medicina de familia no podrá cumplirse si no se cuenta con el recurso humano preparado para trabajar en él. En consecuencia se genera la necesidad de producir cambios en el campo de la educación médica que permiten preparar los recursos necesarios que sirvan al país en esta área. Este proceso evolutivo se inició en Venezuela en 1980, al producirse cambios en la orientación política, administrativa y académica para el establecimiento de la medicina de familia en el país.
2006-06-16 | 4,079 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 9 Núm.1. Enero-Diciembre 2000 Pags. 64 MedULA 2000; 9(1-4)