Autor: Mañé Garzón Fernando
Las alteraciones del crecimiento han pasado a ser en la última década uno de los temas de mayor actualidad en clínica pediátrica. Al disminuir, prevenir y tener líneas seguras y fecundas de tratamiento de las enfermedades transmisibles, el conjunto de afecciones genéticas y neuroendocrinas ha adquirido mayor gravitación y creciente dedicación por encontrarse una parte muy sustancial de ellas aún en el inicio de su completo conocimiento y muchas sin un tratamiento eficaz y efectivo. Las alteraciones del crecimiento tienen un lugar preferencial junto a las alteraciones de la morfogénesis (las mal llamadas malformaciones congénitas) y el retardo mental. En nuestra población, calculada en tres millones de habitantes, existen 75 mil de baja estatura (mujeres: 160 cm, hombres: 150 cm) de los cuales 30 mil son menores de 21 años. De éstos sólo 2.800 son de causa orgánica específica (3% anomalía de Down, otras aberraciones cromosómicas 5%, síndrome de Turner 15%, etcétera). Mucho tiempo este tema se trató relacionado con el hipocrecimiento, denotando un diagnóstico de situación fija, dado por los hechos y la cronología. Hoy, como en todo en medicina clínica, debemos propender al diagnóstico precoz y hablar de falla de crecimiento: concretar el diagnóstico en el momento en que se produce la deflección del proceso dinámico del crecimiento, ya sea fetal, neonatal, en la primera infancia, en la niñez o en la pubertad.
2005-06-24 | 872 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 76 Núm.1. Enero-Marzo 2005 Pags. 59-61 Arch Pediatr Urug 2005; 76(1)