Autor: Naranjo Díaz Manuel
Sin saber por qué, se encontraba en la terminal norte de autobuses de la capital. Esa mañana se iniciaban sus primeras vacaciones de todo el año y era un verdadero placer, pensaba hacer lo que los impulsos le ordenaran, luego de ocho meses de trabajo ininterrumpido obedeciendo órdenes absurdas en la oficina. Había dispuesto no planificar nada, simplemente: ver y hacer. Tal y como había pensado meses atrás al ver un catálogo de viajes. En la terminal sólo se reducía a observar los itinerarios de viaje, la gente embutida en sus abrigos; los puestos de revistas abigarrados, los cafés atestados de bultos indiferentes, la manada de taxistas rondando como hienas las salidas de la terminal. Los innumerables destinos citados en los carteles negros con letras blancas, llamaban su atención, mas no se decidía: la indecisión de siempre, a última hora, lo asaltaba. En esos momentos un ventarrón frío le hizo cambiar la dirección, pues ya se dirigía a la salida fastidiado por las incesantes llamadas de las secretarias detrás de los mostradores ofreciéndole destinos y rutas inciertas y lejanas.
2004-05-20 | 1,057 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 3 Núm.1. Enero-Diciembre 1997 Pags. 214-216 Salud Tab 1997; 3(1)