Autor: Dubravcic Luksic Antonio
Dicen que el gran Leonardo de Vinci, genio del Renacimiento, pintor, arquitecto, matemático, médico, físico e inventor de tantas cosas, diseñó un ingenioso equipo que medía la tensión de las arterias, y al que el propio Leonardo denominó “Pulsilogium”. Pocas y vagas referencias han quedado de aquel invento del florentino universal. Años más tarde, otros científicos interesados en la circulación de la sangre, a partir de las fascinantes y revolucionarias teorías del inglés Harvey y del aragonés Servet, diseñaron, con bastante ingenio y menor fortuna, diversos equipos para tratar de medir y registrar en papel ahumado las ondas del pulso que con cada latido cardíaco recorren todo el sistema circulatorio.
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2004-02-24 | 1,228 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 64 Núm.115. Julio-Diciembre 1999 Pags. 93-97. Rev Inst Med Su 1999; LXIV(115)