Autor: Gamarra Durano Alfonso
La medicina se ha convertido en un océano de conocimientos. Sus procelosas aguas se agitan en uno y otro sentido con nuevas investigaciones. El médico está en él como en un barco y si desea mantenerse en vigencia como profesional tiene que avizorar hacia los cuatro puntos cardinales. Desde su nave no puede ver los lejanos confines hacia los que tiene que dirigirse, pero debe seguir su derrotero con un incansable estudio pues sabe que el médico que se quede al garete, irremediablemente fracasa. Su curso debe ser vigilado por el día y por las estrellas. Una isla es una aventura científica, es un descanso pero también un estímulo. Puede desembarcar en ella pero pasajeramente, y allí no dejará de ser el mismo: curioso, con su destino de averiguar todo. La isla tendrá el ambiente que desea – la medicina – pero su paisaje le será leve, le proporcionará goce a los sentidos, temas para meditar y nuevos impulsos para animarse. Cuando abandone la isla, volverá al mar de cifras, fórmulas químicas, estadísticas, dosificaciones, procedimientos, signologías. Entendiéndolos, dirigirá su frente noble hacia el horizonte.
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2004-02-24 | 960 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 64 Núm.115. Julio-Diciembre 1999 Pags. 85-87. Rev Inst Med Su 1999; LXIV(115)