Autor: Reyes Heroles Federico
El arbitraje es la forma más primitiva, pero también más eficiente de impartición de justicia eficiente como virtud de lograr el efecto deseado: justicia. Considerado por algunos historiadores del derecho como la simiente misma del proceso jurisdiccional, de decir derecho, de pronunciar la ley, ha tenido, en esa su descendencia, paradójicamente, a su peor detractor. Los defensores del proceso puro reniegan del arbitraje. Su sencillez, su carencia de sofisticación procedimental, dicen, es retorno a estadios ya superados. Varios teóricos del siglo pasado le expidieron, gratuita y graciosamente, acta de defunción. Pero el arbitraje en el nivel internacional y dentro de los estados-naciones, no sólo no se extingue sino que crece, es cada vez más popular. Su simplicidad es muestra de nobleza frente a los laberintos judiciales en los cuales se pierde tiempo, dinero e incluso, la propia esperanza. Hay quienes ven en este resurgimiento del nuevo arbitraje una sustitución bastarda del proceso, un desplazamiento indebido del estado. Pero los hechos hablan por si mismo: Es más sencillo, más eficaz, más eficiente, más barato. Cumple con su objetivo: Impartir justicia.
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2003-10-29 | 1,481 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 44 Núm.1. Enero-Marzo 1998 Pags. 7-8. Rev Inst Nal Cancerol Méx 1998; 44(1)