Conocí a Don Rafael en 1958, se encontraba entonces en la plenitud de su vida. Su personalidad adquiría notoriedad al escucharlo hablar, era cuando su carácter se matizaba con la pasión desbordada de sus ideas y la vehemencia con que defendía sus creencias -siempre fue así-. Era pues, de palabra fácil; solía captar la atención en el aula o en la discusión diaria de casos clínicos durante su ronda cotidiana por el Servicio de Nutrición. Su razonamiento era lógico, claro, siempre bien fundado. Cuando me incorporé al Departamento de Nutrición y Endocrinología, en 1959, pude apreciar mejor sus cualidades de Maestro, de clínico y de investigador, y pude adivinar sus inquietudes existenciales.
Palabras clave: Humanismo pediatría síndrome de privación social.
2003-03-18 | 4,743 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 65 Núm.6. Noviembre-Diciembre 1998 Pags. 261. Rev Mex Pediatr 1998; 65(6)