Autores: Ruiz Delgado Guillermo J, Ruiz Argüelles Guillermo José
Jesús, en unos de sus peregrinajes, visita Nazaret, la ciudad donde se había criado junto a sus padres y donde todos lo conocían. Se encontraba hablando en el Templo y todos se sorprendían de lo que manifestaba y de todo lo que se decía de Él que había realizado en otras ciudades, pero cuando Jesús se proclama a El mismo como el Mesías, los judíos no pudieron soportar el orgullo y la envidia y comenzaron a murmurar: —¿Pero éste no es el hijo de José, el carpintero? Jesús penetra sus pensamientos y les agrega: “Seguramente me dirán: haz aquí en tu propia tierra todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. La Biblia pone en boca de Jesús (0-33) las siguientes palabras: “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra” (Lucas 4:24). Aludía a sí mismo, pues muchos pobladores de la zona en la que predicaba no creían que él fuese el enviado de Dios, tal cual como lo había anunciado el profeta Isaías. La frase quiere decir que nadie es reconocido en su propia tierra, en el lugar donde a uno lo conocen, o por lo menos donde tienen alguna referencia importante. La expresión apunta que es muy difícil predicar en el propio ámbito de pertenencia, sea éste el pueblo de origen, el país, el lugar de trabajo o la familia.
2011-11-01 | 54,069 visitas | 2 valoraciones
Vol. 27 Núm.5. Septiembre-Octubre 2011 Pags. 504-505 Med Int Mex 2011; 27(5)