Autor: Carballo Junco José Antonio
Una casa azul, hermosa y a su manera pueblerina, tiene escritas en sus paredes dos medias verdades (o medias mentiras según se quiera ver): “Aquí nació Frida Kahlo el día 7 de julio de 1910”, mientras que otro letrero dice: “Frida y Diego vivieron en esta casa 1929-1954”. Ni una ni la otra. Si Frida Kahlo Calderón hubiera gozado de buena salud, quizá estaría cumpliendo 100 años, en su amado Coyoacán. Pero estar sana no fue su fuerte y su sino. Nació el 6 de julio de 1907, hija del fotógrafo judío alemán Guillermo Kahlo, quien llegó a México en 1891 y de Matilde Calderón. Y por supuesto, tampoco vivieron Frida y Diego juntos todos esos años. Es más, ni siquiera Frida pasó ese período completo en esa casa azul, que fuera construida por su padre tres años antes de que ella naciera. Sus ventanales abiertos a la calle de Londres, bañaban las habitaciones de una luz brillante que iluminaron a la irreverente hija de la Revolución Mexicana, quien, con una visión muy personal de las cosas, estéticamente más cercana a la generación de Rulfo y de Paz que a la de Rivera y Orozco, dejó honda huella en el arte de México y el Mundo. A los 16 años, cuando era estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria de esta ciudad, resultó gravemente herida en un infortunado accidente al estrellarse el tranvía en que viajaba con un camión, encajándose en su cuerpo una varilla que lastimó su vientre, su cadera, su columna y su destino.
2007-06-11 | 1,536 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 3 Núm.35. Junio 2007 Pags. 24-25 Odont Moder 2007; 3(35)