Con cierta indignación –y más información que lo habitual– el familiar de mi paciente me pregunta: ¿Por qué la medicina alopática trata de apagar todos los síntomas? ¿No es mejor la acupuntura o la homeopatía, que profundizan? Cavilo unos segundos, mirándolo con empatía. Le explico que si bien la acupuntura es un método terapéutico milenario que infiere trayectos de energía (Qi o chi) para modular ciertas respuestas orgánicas, es difícil elucidar su asertividad en términos anatómicosy quizá por ello la reservamos para ciertas neuropatías o trastornos músculo-esqueléticos. La homeopatía, por su parte, tiene un lugar en la farmacopea en tanto se basa en el principio de la similitud sintomática y con ello pretende resolver ciertas afecciones –sobre todo funcionales– bajo la premisa de asimilar lo fisiológico y causar las mínimas reacciones secundarias. Pero se queda corta frente a las infecciones graves, aquello que requiere resolución quirúrgica y ante cualquier neoplasia, que responde a sus propios dispositivos.
2014-07-29 | 441 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.1. Enero-Marzo 2014 Pags. 31-34 Avan Cien. Sal Med 2014; 2(1)